Las políticas y prácticas de gestión del riesgo de desastres y violencia deben basarse en una comprensión del riesgo en todas sus dimensiones (vulnerabilidad, capacidad y exposición de las personas y bienes) y de las características de los peligros. Para ello se requiere un esfuerzo de todos los Estados y todos los actores en una serie de esferas de acción, como la reunión, el análisis y la difusión de información y datos, el avance de la investigación, y la creación y la puesta en común de modelos de riesgo de código abierto, así como el seguimiento continuo y el intercambio de prácticas y de enseñanzas.